martes, 19 de septiembre de 2017
Necesitamos una reforma que nos devuelva la anterior (parte I)
“Y mientras yo dormía o bebía junto a mis amigos Philip y Amsdorf, la Palabra debilitaba al papado de forma tan grandiosa que ningún príncipe o emperador consiguió causarles tantas derrotas. Yo nada hice: la Palabra lo hizo todo”.
Martin Lutero.
A 500 años de la reforma, volvemos a estar en la misma situación que Lutero en su época, solo que en esta oportunidad la iglesia que antes protestó ahora se unió a la que antes adversaba, por cuanto han abandonado las sanas palabras de la biblia para confiar en los dichos y las tradiciones de los hombres. Hay un nuevo lenguaje en la iglesia que una vez protestó, una forma de expresarse donde la autoridad de lo que un pastor o líder dice está por encima de lo que ya la biblia mandó.
En ninguna parte de la biblia vemos lo que la iglesia protestante practica hoy, nunca vimos a los apóstoles originales declarar, decretar o anular cualquier cantidad de cosas como las que vemos en la iglesia de hoy... y ¿sabe por qué?... porque la palabra de Dios era suficiente, ellos no hacían nada pero todo lo hacía la palabra de Dios.
Mire lo que registra la biblia acerca de la primera iglesia:
Así crecía y prevalecía poderosamente la palabra del Señor. (Hechos 19:20)
Pero la palabra del Señor crecía y se multiplicaba. (Hechos 12:24)
Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe. (Hechos 6:7)
En la iglesia que Jesucristo estableció, toda la autoridad reside intransferiblemente en en la palabra de Dios. Ella es el pan de vida, el sustento del creyente, la vida de nuevo nacido. La palabra de Dios predicada con humildad, sujeción, conformidad y obediencia colectiva a la sola autoridad del Señor Jesucristo Dios, es como la sabia que nutre al buen árbol que es también la iglesia, y la hace crecer saludable, dando frutos del espíritu a su tiempo y haciendo a la iglesia prosperar en todo emprendimiento espiritual.
El Apóstol Pedro nos invita diciendo: desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación (1Pedro 2:2); Y el Apóstol Pablo instruye a Timoteo diciendo: Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. (2Timoteo 2:15).
Estoy convencido de la necesidad imperante de la verdadera palabra de Dios en esta generación. Una palabra no adulterada a conveniencias humanas, predicada por obreros aprobados.
El día que los líderes de hoy puedan decir como Lutero "YO NO HICE NADA, LA PALABRA DE DIOS LO HIZO TODO", será la evidencia de que la iglesia permanece en la salvación que es en Cristo Jesús.
(Escrito por: Juan Daniel Pierre).
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